Hoy, 28 de junio, hacemos memoria del natalicio de María Antonia París en Valmoll, pueblo cercano a Tarragona (España), en 1813.
Las dificultades que rodearon los inicios de su vida y posterior adolescencia no menoscabaron su crecimiento en la fe, ni su opción de consagrar su vida al servicio de Dios, ni el cumplir su voluntad, siempre y en todo y a pesar de todo. Reconocemos en Antonia a una mujer de no muchas palabras, seria, de buen sentido, servicial, trabajadora, tenaz y profundamente enamorada de Aquel Dios y Señor de la historia.
Como familia misionera claretiana, estamos invitados, inspirados en la intuición de nuestros fundadores, María Antonia París y Antonio María Claret, a vivir cultivando el encuentro profundo y transformante con el Dios de la Vida, cuidando la fraternidad, haciéndonos más fácil el camino entre todos y acercando las palabras y gestos de Jesús al corazón de los hombres, como semillas de humanidad, esperanza y santidad, siendo fuerza renovadora de la Iglesia y sociedad. (cf. Carta de Ana Maria para la celebración)